La Halitosis, o mal aliento, se define como el conjunto de olores desagradables que se emiten por la boca. Es un problema que afecta a 1 de cada 2 personas.

Es importante abordar el tratamiento de la halitosis porque:

– Condiciona nuestras relaciones interpersonales y sociales.
– Puede ser un obstáculo para nuestra imagen profesional.
– Afecta a nuestra autoestima y hace que disminuya nuestra seguridad en nosotros mismos.

Existen dos tipos de halitosis en función de su origen: la oral y la extraoral. Múltiples estudios científicos confirman que, en el 90% de los casos, el mal olor se origina en la cavidad bucal y se debe, principalmente, a la acumulación de biofilm (placa bacteriana) en la lengua, y a problemas periodontales, aunque también puede estar causada por otros problemas bucodentarios (caries, infecciones, prótesis antiguas o mal ajustadas, boca seca, úlceras, etc…).


Biofilm (placa bacteriana) al microscopio

Superficie de la lengua al microscopio

¿Por qué se produce el mal aliento?

La mayor parte de las halitosis tienen su origen en factores locales bucales, por la emisión de Compuestos Volátiles de Sulfuro (CVS) provenientes de las bacterias anaerobias gram negativas, responsables del mal olor.

Teniendo en cuenta que la gran mayoría de casos de halitosis son de origen oral, el odontólogo es, por tanto, el profesional más indicado para diagnosticar y tratar esta patología.

No confundir la halitosis con el mal aliento temporal: la ingesta de alimentos como el ajo, la cebolla, los picantes, así como el consumo de tabaco, alcohol, etc. también provocan mal olor.

La halitosis está en su mayor parte causada por las bacterias responsables de enfermedades de la boca.

  • Acúmulo de placa bacteriana (el 41% de los casos).
  • Gingivitis y Periodontitis.
  • Caries.
  • Boca seca, úlceras, aftas y flemones.
  • Otros factores de la halitosis oral estarían inducidos por hábitos dietéticos:
    • Tras consumo de alcohol, café, té, etc.
    • Después de fumar.
    • Tras la ingesta de ciertos alimentos (como: comidas picantes, ajo, cebolla).
  • Otras causas podrían ser:
    • Algunos medicamentos (antidepresivos, antihistamínicos, antihipertensivos, ansiolíticos, etc.).
    • Enfermedades sistémicas (diabetes, enfermedades hepáticas y pulmonares).
    • Al despertarse por la mañana.
    • Largos periodos de ayuno.
    • Épocas de estrés.
    • Insuficiencia en la ingesta de líquidos.

¿Cómo saber si tenemos mal aliento?

Debemos sospechar que tenemos un problema de mal aliento cuando contestamos afirmativamente a una o varias de estas preguntas. En ese caso deberíamos consultar con un dentista que diagnostique las causas de nuestro mal aliento.

¿Te levantas algunas mañanas con mal sabor de boca?

¿En ocasiones puntuales tienes sensación de mal aliento?

¿Sospechas que la persona con la que hablas nota que tienes mal aliento?

¿Alguna vez alguien te ha dicho que tienes mal aliento?

¿Tienes problemas de boca seca? ¿Tienes una edad avanzada?

¿Eres fumador?

¿Tomas comidas con gran cantidad de ajo, cebolla o especies?

¿A veces te saltas comidas?

¿Sufres algún problema gástrico?

¿Llevas prótesis dentaria y hace mucho que no te la revisa el dentista?

¿Tomas medicamentos?

¿Olvidas usar seda/cinta dental o cepillos interproximales?

¿La superficie posterior de la lengua tiene una coloración blanquecina y no utilizas limpiador lingual?

DIAGNÓSTICO

En la mayoría de los casos, cuando existe una sospecha de halitosis, el diagnóstico suele resultar sencillo. Muchas veces, el paciente se acerca al dentista con la sospecha o casi certeza.

Lo importante es hacer un buen diagnóstico de las causas.

Una vez descartada la existencia de una causa extraoral, como puede ser un reflujo gastroesofágico, hernia de hiato, úlcera gastroduodenal, alteraciones hepáticas o biliares, u otras que se desecharán con una historia clínica adecuada, el dentista realizará un estudio minucioso de la boca. Buscaremos las causas orales, que son las responsables de un 90% de los problemas de mal aliento.

Para ello:

  • Exploración organoléptica. Consistente en comprobar realmente la existencia de mal aliento a diferentes distancias.
  • Exploración bucal
    • Dental en busca de caries, fracturas, etc.
    • Periodontal buscando la existencia de placa bacteriana (Biofilm) o sarro, la existencia de bolsas periodontales, sangrado espontáneo o pus en las encías, retracciones importantes o movilidad dentaria.
    • De lengua y tejidos blandos. Veremos si hay sequedad de boca, úlceras, irritación causada por prótesis antiguas, y, sobre todo, comprobaremos si la lengua tiene placa en su superficie.
    • Exploración radiográfica. Buscando las patologías no visibles a simple vista y valorando la importancia de lo ya observado en la exploración.

TRATAMIENTO

El tratamiento de la halitosis de origen oral tiene varios aspectos esenciales:

1 – Eliminación de las causas. Hay que tratar la patología oral y dejar la boca en perfecto estado de salud. Tratar las caries si las hubiere, cambiar o arreglar las prótesis en mal estado y, lo más importante, tratar los problemas gingivales y periodontales.

2 – Conseguir una higiene bucal correcta.

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El personal de la clínica dará las instrucciones de higiene oral detalladas para conseguir el control de la placa.

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Muy importante la correcta limpieza de la lengua, que es el principal reservorio de gérmenes causantes de la halitosis. Le enseñaremos el uso de los rascadores linguales, imprescindibles para este fin.

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3 –  Llevar una vida sana con hábitos dietéticos adecuados. Beber mucho agua, evitar los periodos prolongados de ayuno. Controlar el consumo de tabaco, café y alcohol, así como el ajo, la cebolla y las especias. Llevar una alimentación adecuada, rica en alimentos naturales y principalmente frutas y verduras.

4 – Usar pastas dentífricas y colutorios específicos contra el mal aliento.

Hay que recalcar que todos estos productos son únicamente un apoyo en el tratamiento de la halitosis. Pero usarlos sin un control adecuado de las causas, una correcta higiene oral y unos adecuados hábitos dietéticos sería como intentar combatir el mal olor corporal con desodorantes pero sin lavarnos.