El bruxismo es el hábito de apretar los dientes. Es un hábito pernicioso, que afecta tanto a los dientes, causando desgastes a veces muy destructivos, como a la Articulación Témporo-Mandibular (ATM), provocando en algunos casos graves y dolorosas alteraciones.
El bruxismo es un hábito, es decir, una costumbre que no podemos abandonar sin un esfuerzo importante. Puede ser nocturno o diurno, aunque en la mayoría de las ocasiones el apretador lo es constantemente. No todos los bruxismos son iguales.
En unos casos predomina la presión vertical. Es el bruxismo céntrico. El bruxismo en que predomina el apretar los dientes produce una presión constante de la articulación témporo-mandibular (ATM) que puede dar lugar a alteraciones musculares y articulares.
Esto puede dar lugar a cefaleas, sensación de cansancio mandibular, dolor articular, que a veces se puede confundir con dolor de oídos, e incluso alteraciones articulares que podrían derivar en una artrosis de la ATM.
En otros, predomina el frotamiento horizontal de los dientes, es decir, el rechinar de dientes. Es el bruxismo excéntrico. Cuando se rechina los dientes, además de los efectos de presión sobre la ATM, se produce un desgaste muy importante de los dientes que, a lo largo de los años, puede llegar a ser extremadamente destructivo e incluso incapacitante.
Según la importancia del bruxismo, puede darse:
En un Grado I (Hábito incipiente) que es un bruxismo ocasional y reversible, muchas veces provocado por factores locales que pueden ser eliminados.
En un Grado II (Hábito establecido) la presentación es inconsciente para el paciente y desaparece cuando el sujeto lo vuelve consciente. En esta etapa pueden encontrarse presente lesiones en las estructuras dentofaciales por lo que se requiere de un tratamiento integral para asegurar su eliminación. El hábito grado II puede ser reversible. Si no es tratado puede degenerar en un hábito grado III.
En un Grado III (Hábito poderoso) La presentación se encuentra fortalecida y bien establecida, es excesiva e irresistible para el sujeto que la padece aún siendo consciente. Las lesiones en las estructuras dentofaciales son de considerable magnitud y en algunos casos las lesiones son permanentes.
Causas
Está suficientemente contrastado que el origen del bruxismo es la ansiedad. Por ello aparece y se agrava en periodos de estrés.
Hay que valorar el papel coadyuvante de las alteraciones dentarias, por ejemplo la maloclusión, y de mecanismos nerviosos centrales además de problemas musculares.
Así mismo, los factores psicológicos también pueden desempeñar un papel en el sentido de que las tensiones exacerban este trastorno.
Tratamiento del Bruxismo
En primer lugar, se debe intentar tratar las causas del bruxismo lo más precozmente posible, a ser posible en grado I, en el caso del bruxismo diurno, procurando que el paciente evite apretar haciéndose consciente. Así mismo, se debe intentar tratar la ansiedad, origen del problema.
Se tratarán los factores coadyuvantes, maloclusión, etc. Es el dentista el que diagnostica y trata las principales causas que acompañan a la ansiedad.
La férula de descarga
Es el tratamiento de elección en el bruxismo de grado III y en muchos casos de grado II. Es un dispositivo de interposición de uso nocturno y, en algunos casos, también diurno.
Se fabrica en silicona, normalmente rígida, y evita el apretamiento de los dientes.
Los desgastes del cuello de los dientes, característico de la presión vertical, se trata mediante las técnicas habituales de odontología restauradora.
Los desgastes horizontales, que se producen por frotamiento, pueden ser muy destructivos a largo plazo, disminuir incluso la altura de la cara y alterar el perfil, dando lugar a problemas musculares y articulares.
Para tratarlos es muchas veces necesario hacer una rehabilitación oral completa.
Cada vez usamos métodos menos invasivos, cuando ello es posible.